1, Olvidémonos del lugar común del tan controversial 14 de febrero que dice "El amor es de todos los días". Mamadas. La gente se empeña en vivir diario con amor, en hacer todo a tope de felicidad cuasi estupefaciente, cuando esos sentimientos no son más que placebos para una sociedad que se autodestruye con poemitas de Coyoacán.
Si nos ponemos a pensar, el pedo con el amor es que ya no lo sentimos, sólo lo catamos a través de películas o series de televisión a las cuáles nos acostumbramos a ver cada fin de semana. Es decir, en todo eso que vemos, nuestros ojos se atascan de besos y coitos actuados, cada dos minutos se fabrica una escena donde el amor se cotiza a cincuenta centavos; por más que emulamos ya no sabemos de júbilo real. Es posible que el amor exista como tal porque Belinda así lo quiere.
2. Luego, vienen los eventos sociales del 14 de febrero, conciertos vanagloriosos. Es una verdad, Paté de Fuá era innecesario, pero lo querían vender como si fuera Avatar en 3D.
3. El veinte te cae y te das cuenta de la fecha más mediocre en todo el año, pero a la vez, la única fecha sabia. Se le dedica un día al amor porque nosotros mismos ya estamos hastiados de ese estímulo, al día siguiente queremos olvidarlo, es preferible atascarse con chocolates que realmente disfrutarlo. La gente no sabe amar y es porque nunca ha sabido cómo hacerlo.
3. Dudo que algún día aprenda a amar, quizá nadie lo sepa. Yo por lo pronto no me ocuparé de hacerlo. Sólo recuerdo vagamente a una persona que me dijo "quisiera matar a mi ex, pero también moriría por verla y decirle que la quise". Posiblemente esa persona es la única que llegó a tener una percepción de dicho sentimiento.
4. Un día para que los enamorados se digan sus verdades tendría más éxito que uno para tragar sushi o ver al Cruz Azul perder. Al menos, sería un día sincero.