Para mí, hasta hace unos días, el concepto de soledad tenía una connotación positiva, donde se puede estar con uno mismo disfrutablemente. Esto implica que estar sólo te lleva a una introspección, te guía por un periplo canónico y te reconcilia contigo.
Conocí recientemente a la otra soledad, la que no te deja pensar, la que te obnibula y deja fuera de toda especulación a las meditaciones. Es una soledad amarga, que te embriaga sin que lo sepas, traidora. Es tramposa y no nos permite ver que muy en el fondo, estamos solos y entonces, las esperanzas se callan.
En algún momento, tras un periodo de soledad -de la buena-, descubrí las intenciones del silencio, de las cuáles estoy feliz de saberlas: es eso que nos escucha, que no es ni materia, ni razón, ni temperatura. Lo dejé de sentir, de escuchar. Empecé a hablar y cuando me di cuenta, estaba mudo porque jamás había escuchado.
Y así sigue, por momentos más voraz, me inquieta; siendo mi único deseo volver a ver la luna.
Sería mucho pedir mas me gustaría penetrar con la mirada a los otros ojos con los que me veo.
Al tiempo.
Conocí recientemente a la otra soledad, la que no te deja pensar, la que te obnibula y deja fuera de toda especulación a las meditaciones. Es una soledad amarga, que te embriaga sin que lo sepas, traidora. Es tramposa y no nos permite ver que muy en el fondo, estamos solos y entonces, las esperanzas se callan.
En algún momento, tras un periodo de soledad -de la buena-, descubrí las intenciones del silencio, de las cuáles estoy feliz de saberlas: es eso que nos escucha, que no es ni materia, ni razón, ni temperatura. Lo dejé de sentir, de escuchar. Empecé a hablar y cuando me di cuenta, estaba mudo porque jamás había escuchado.
Y así sigue, por momentos más voraz, me inquieta; siendo mi único deseo volver a ver la luna.
Sería mucho pedir mas me gustaría penetrar con la mirada a los otros ojos con los que me veo.
Al tiempo.
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