Es inevitable que te llegue una fecha, tan es así como tener una reacción a esa fecha, evidentemente hablo del 14 de febrero. La mayoría de la gente coincidimos en que es un día comercial, es una inducción al consumismo, es un día en el que no creo, pero esta semana realmente pasaron cosas que me han hecho darme cuenta que este día puede cobrar un sentido. A principios de la semana, pensé que todo el mundo era triste hasta la desesperación. Sólo buscamos cosas que nos roben la atención, para disipar por un rato la tristeza. Por otro lado, con el transcurso de la semana aprendí que los amigos son ladrones de tiempo, y que en verdad si hay algo valioso mientras esté, eso será la gente que me rodea. Por otro lado me di cuenta que el amor sabe, y sabe distinto para cada uno.
Pero hay algo muy padre de la fecha que me hizo darme cuenta de un poder, el poder de las letras.
Las letras se prestan al lector para hacerlo reaccionar. Pero hay un impulso, y sin fuerza la letra no se entinta, no se teclea; ese algo es lo que está dentro de nosotros y espera ser contado.
Las letras han unificado al amor en cuatro caracteres y las notas cartas y recados que se ha mandado son especiales.
Ví este día como un buen camino para el amor. Jamás vi ese ambiente que me tocó vivir hoy viernes en vísperas al 14 de febrero. Fue distinto; quien estaba junto a mí me dijo: "Ve a todos, no hay nadie triste, no hay nadie que no esté contento ahorita, hay tanta alegría". Y en efecto era un día alegre, era intensidad.
Esta entrada se percibe mundana, común, quizá. La de alguien que se dejó llevar por la marea.
Pero a veces nos falta eso, nos falta dejarnos ir.
Love.